Uno de los primeros anticonceptivos de que se tiene registro, documentado en el "papiro egipcio de Petri", 1850 años antes de Cristo, era una crema hecha con estiércol de cocodrilo y miel. Lo usaban las mujeres egipcias como un espermaticida untado antes del coito. También el "papiro de Ebers", de 1550 a.C. y el "papiro de Kahun", de 1850 a.C., contienen descripciones documentadas a cerca del control de la natalidad: el uso de la miel, hojas y pelusas de acacia puestas en la vagina para bloquear el semen.
Durante el siglo II después de Cristo, Sorano de Éfeso, un médico romano a quien se le atribuye el nacimiento de la ginecología, recomendaba a las mujeres ponerse en cuclillas y estornudar como método anticonceptivo después de una relación sexual. En caso de que las mujeres se consideraran con mayor probabilidad de estar embarazadas, Sorano de Éfeso les aconsejaba saltar siete veces, tan alto como pudieran.
En Africa, con la idea de que cualquier sustancia ácida podía servir como espermaticida, las mujeres de la antigüedad usaban tela o pasto picado para mantener la sustancia ácida en su vagina y así emplearla como anticonceptivo.
En Asia, el papel de bambú se impregnaba con una sustancia ácida y se introducía a la vagina previo a la relación sexual, también como un método anticonceptivo a base de espermaticida. En el mediterráneo ocurría lo mismo, pero con limón y trozos de esponjas de mar.
En la Europa medieval, cualquier esfuerzo para impedir o detener el embarazo era considerado inmoral por la Iglesia católica. Las mujeres, sin embargo, lejos de amedrentarse utilizaban el coitus interruptus y la inserción de la raíz del lirio y la ruda en la vagina.
Para el siglo XVI, se fabricaban y se usaban preservativos hechos con piel e intestinos de animales como un método para no contraer sífilis. El gran problema es que se reutilizaban, debido a su alto costo.
En 1564, Gabriel Falloppio, quien dio nombre a los conductos femeninos que llevan su apellido, describió un condón hecho de tela por primera vez. Esto permitía que el costo del preservativo descendiera, pero tenía el problema de no ser impermeable. Casanova, italiano del siglo XVIII, describió el uso de una cubierta de piel de cordero para evitar el embarazo. Algunos historiadores creen que en la Antigua Grecia, ya se usaban condones femeninos. Como prueba de ello citan la leyenda del rey Midas.
La leyenda cuenta que el rey tenía una maldición por la que su esperma estaba hecho de escorpiones y serpientes. Así, con el fin de protegerse, se creó un condón femenino hecho a base de vejiga de cabra.
A partir de 1844, el proceso de vulcanización que patentó Charles Goodyear permitió crear condones de caucho, mucho más resistentes y elásticos. Sin embargo, las dificultades sociales que hubo para distribuirlos contribuyeron a que su reutilización continuara por muchos años.
En la Edad Media, las mujeres también recurrían a intrincados rituales,
Desde 1940 se empezó a probar el uso de hormonas en pastillas como método anticonceptivo. En 1960 se aprobó el uso de estas píldoras, que contenían cerca de cinco veces la dosis de estrógeno que hay en las pastillas actuales. Sus efectos secundarios incluían coágulos de sangre.
Hasta la fecha, el más antiguo de los métodos anticonceptivos que se continúa practicando es el "coito interrumpido" o "retirada". Estudios aseguran que el índice de embarazos al practicar este método es únicamente del 4%.
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