viernes, 19 de enero de 2018

NAPOLEÓN BONAPARTE Y EL FANTASMA DE LA CAPA ROJA

En septiembre de 1812, y tras vencer a los ejércitos zaristas, Bonaparte entró a Moscú por la gran puerta doble, encontrándose con una ciudad completamente vacía. Se instaló dentro del recinto amurallado del Kremlin.
Al día siguiente, fuegos dispersos por toda la ciudad confirmaron a los franceses que los rusos preferían incendiar la ciudad antes que entregársela. Napoleón pasó la noche en vela contemplando el cielo moscovita teñido de rojo, y fue cuando amanecía que ocurrió algo escalofriante.
Estaba Bonaparte en su despacho, cuando una ráfaga helada abrió las puertas que daban hacia un amplio corredor. Alzando la vista observó a una figura con una capa roja que avanzaba por aquel pasaje. El Emperador se incorporó lentamente, mientras sus edecanes se adelantaban esgrimiendo sus armas, pero Bonaparte los detuvo con un gesto. Era como si supiera quien era aquel extraño personaje.
Posteriormente, al comentar el misterioso episodio, lo que más llamó la atención de todos fue la aparente indiferencia de Bonaparte. A los pocos días se vio obligado a abandonar Moscú, su más grande revés estratégico hasta entonces.
Este personaje de rojo no era la primera vez que se le aparecía a Bonaparte, en realidad lo hacía justo antes de un evento negativo.
Así, este fenómeno había ocurrido a fines de junio de 1798, un mes antes de la humillante derrota de su poderío naval frente al Almirante Nelson. El segundo encuentro fue en Moscú y el tercero ocurrió en junio de 1814, un año después las fuerzas napolionicas caían derrotadas en Waterloo.
La cuarta y última visita del fantasma de rojo fue el 5 de mayo de 1821. En esa oportunidad el doctor Marqui, médico de cabecera de Bonaparte, aseguró haber visto fugazmente a un extraño de capa roja inclinado sobre el lecho de Napoleón, quien poco después expiró.

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