jueves, 17 de septiembre de 2015

ALEISTER CROWLEY, "LA BESTIA"

LA LEYENDA

Está considerado como el mago más importante de nuestro siglo, del que surgió buena parte del ocultismo moderno. Sus contemporáneos lo calificaron como "la bestia humana" o "el hombre más perverso del mundo". Esa leyenda negra estaba sostenida por el mismo Crowley para escandalizar a la pacata sociedad victoriana.
A los ocho años, Aleister, le administró arsénico a un gato. Para que no se opusiera le suministró cloroformo. Lo quemó en el horno y luego lo despellejó aún vivo.
Su madre lo llamaba "La Bestia" y "666", porque su hijo le recordaba las dos bestias del Apocalipsis, cuyo texto dice: "Vi como salía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas...Abrió su boca en blasfemias contra Dios. Fuéle otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos...El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis".
El niño no se amilanaba ante la comparación y la llamaba "estúpida santurrona". Cuando su madre murió, ya adulto, añadió, "¡que el diablo tenga su alma!". Crowley no sentía más simpatía por su padre, llegando a sustituir su nombre, Edward Crowley, por el de Aleister.
No hubo persona a la que no destrozara, juramento que no incumpliera, vicio que no probara.
Su primera mujer era hermana de uno de sus amigos, una joven viuda harta del acoso de sus pretendientes, a la que Crowley le ofreció "matrimonio sin consumación" para que se librase de ellos. Se casaron y, a las pocas horas, Crowley incumplía su compromiso. Ella se hizo alcohólica y murió en uno de sus delirium tremens. Antes de divorciarse, Crowley casi mata a su suegra, al tirarla por la escalera cuando la echaba a patadas de su casa.
Su segunda esposa también terminó alcoholizada. Él mismo era un drogadicto que consumía heroína, cocaína, opio, hachís, marihuana, peyote y mescal, entre otras drogas.
Era bisexual y le gustaba colgar a sus amantes boca abajo en el guardarropa y marcarles con sus dos caninos que, según dicen, se afiló con ese propósito.
Algunos de sus discípulos sufrieron alteraciones nerviosas, como Lord Tankerville o Victor Neuburg al que Crowley maldijo. Víctor decía que era la razón de sus múltiples enfermedades.
Otros tuvieron menos suerte y perdieron la vida como Raoul Loveday, de quien se dijo que había sido envenenado por "La Bestia". También murió Alexis Pache, un alpinista suizo, cuando se encontraba a solas con Crowley en una escalada. Otro, Norman Mudd, se suicidó. También uno de sus maestros, Liddell Mac Gregor Mathers, murió convencido de que lo aniquilaban las poderosas emanaciones mágicas, procedentes de Crowley.
Los periódicos de la época lo llamaban: "El hombre más perverso del mundo", "El rey de la depravación", "El hombre al que todos nos gustaría ahorcar", "El caníbal", "La bestia humana" y "Germanófilo".
A su muerte el Primer Ministro de su Graciosa Majestad, declaró: "Aleister Crowley es el personaje más inmundo y más perverso del Reino Unido".
Esta es la leyenda que lo acompañó toda su vida, azuzada por la prensa durante más de treinta años. No hay perversidad, ni crimen, ni acción maligna de la que no fuese acusado. Pero hoy no estamos en la Inglaterra victoriana y el mundo es mucho más tolerante y libre que a principios del siglo XX.


LA OTRA CARA DE LA LEYENDA

Su infancia se desenvolvió en un ambiente opresivo y puritano, ya que sus padres pertenecían a la secta más intransigente y rigurosa de la época, "Los hermanos Plymouth". Para ellos todo era pecado o debilidad inaceptable. Por eso, su madre nunca lo abrazó, ni besó, ni le contó cuentos, soló la Biblia.
Aleister, a pesar de la rigidez familiar, hacía de las suyas, que su madre castigaba llamándolo "Bestia", el sumun de la maldad para la doctrina de su secta. Él se defendía asumiendo el apelativo y rebelándose contra todo aquello que representaba su familia. Si en nombre del bien lo torturaban y lo hacían desgraciado, él adoraría al mal. Se convertirá en un mago luciferino, adorador sistemático del mal.
En una de sus conferencias explicó porque torturó al gato. Su madre le había dicho que los gatos tenían nueve vidas y decidió comprobarlo constatando, una vez más, que sus enseñanzas eran falsas. El torturador del gato no era un sádico desalmado sino un niño inquisitivo.
Su padre, el hombre cuya boca nunca había blasfemado o dicho injuria, que había abandonado su imperio económico para dedicarse a la religión, murió de cáncer de lengua, cuando Aleister tenía doce años. Su tío materno se encargó entonces de su educación, aún más rígida.
El Crowley adolescente, con una inteligencia superior a lo normal y en un ambiente represivo, se saltaba continuamente las reglas. Desde leer a escondidas (lo tenía prohibido) hasta perder la virginidad a los catorce años con una criada, y ¡en la cama de su madre!.
A los 16 años, su madre lo ingresó en el Trinity College de Cambridge, sintiéndose por primera vez libre. En esa etapa se divirtió transgesoramente, pero también se dedicó con ahínco al estudio.
En esa época se rebeló contra la hipocresía social. Publicó una obra erótica, "White Stains" (Manchas Blancas) que se la dedicó a su pío tío materno. El escándalo fue tal que preparó una conferencia, "La miseria sexual en Gran Bretaña", por el doctor Aleister Crowley, escapado de la Universidad de Cambridge. La sala la presidió un tapiz indio con un enorme falo, y Crowley se dirigió a la audiencia: "¡Las manchas blancas no están sólo en las sábanas sino en los anteojos de los que ven febrilmente la perversión!".
Se hizo amigo de intelectuales y de artistas con contínuas estancias en Londres y París, donde conoció a Rodin, a Somerset Maugham, a Isadora Duncan, entre otros.


NACE EL MAGO

Crowley comenzó su camino mágico de forma consciente en Cambridge al leer el libro de Mathers, "La Cábala desvelada". En 1896, en Estocolmo, experimentó su primera liberación interior: "Descubrí que poseía una capacidad mágica que formaba parte de mí. Fue una experiencia dolorosa y terrible a la vez, que me dio la llave del placer y el éxtasis espiritual".
A los 23 años ingresa en la Golden Dawn, la más importante sociedad iniciática del mundo moderno, con conexiones en toda Europa. Su jefe era Mathers.
En ese período, Crowley, aseguró realizar viajes y entrevistas astrales, materializaciones de los elementales, de los silfos y de diversas fuerzas celestiales y demoníacas.
Mathers encontró en París un manuscrito del siglo XV, "El Libro de la Magia Sagrada de Abramelin, el Mago". Este libro se convirtió en el centro de los estudios y prácticas de Crowley. Construyó, entonces, un oratorio en un lugar mágico, aislado y tranquilo: la finca Boleskine, en Escocia frente al lago Ness, y según lo establecía el Libro, una de las salas estaba dedicada a los espíritus. En ese lugar conjuró a su Ángel de la Guarda, su verdadero ser, con quien estableció una perfecta conexión. Al lograrlo, pudo convocar a los cientos de espíritus, ángeles y demonios, que figuraban en el citado grimorio y pudo realizar talismanes.
En la India, se inició en el tantrismo, la erótica sagrada, el sexo sagrado como vía de acceso al conocimiento iniciático, que practicó con hombres y mujeres. En la China, descubrió el I Ching.
En 1901, estando en Méjico, se enteró de la muerte de la Reina Victoria. Para festejar, Crowley se puso a bailar una frenética danza de los pieles rojas: "la muerte de la reina es el fin del peor símbolo humano de intolerancia social y religiosa".
Méjico se convirtió en un país clave en su vida al entrar en contacto con Don Jesús Medina, que lo introdujo en la masonería y en los secretos de los mayas y aztecas. Es aquí donde Crowley aseguró haber verificado su método para lograr la invisibilidad y haber descubierto la llave secreta de la Gran Obra.
A partir de 1920, comenzó a vivir según el lema "Haz lo que quieras", esto es la escencia de la Ley, según el "Libro de la Ley", que escribió después de visitar Egipto y ponerse en contacto con el dios Horus.
"Haz lo que quieras", se concretó en una vida comunal en la que había libertad sexual, droga y magia.
La muerte de su discípulo Raoul Loveday desató un gran escándalo, enfrentándolo a la época más amarga de su vida. De aquí en más fue duramente perseguido, suspendiendo la publicación de sus obras y cancelando sus intervenciones públicas.
Murió en 1947, a los 72 años, una edad sorprendente para un drogadicto del que se decía que tomaba 11 gramos diarios de heroína. Sus últimas palabras fueron: "Estoy perplejo".



Nunca pidieron probar nada contra él, aunque lo intentaron. Basta recordar a la sociedad victoriana en la que vivió, envió a Oscar Wilde a la cárcel durante dos años por homosexual y lo desterró hasta su muerte. Nada les hubiera gustado más que hacer lo mismo con Crowley. ¿Acaso fue más hábil o simplemente inocente?



Fuente: Mundo Paranormal.








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